Paredes pintadas en Assilah

Este texto pertenece a El sereno de Asilah, cuadernos de viaje

Cap 6 Paredes pintadas

“¿Qué sucede cuando una ciudad tiene de ediles a dos artistas, uno pintor y otro fotógrafo? El resultado es que, en esa ciudad, el arte se apodera de la calle y rige su destino. Se produce también un profundo deseo de convertir la vida en fiesta, que se ha de producir en cualquier momento, por cualquier razón que se presente”, escribe el poeta congoleño Tchicaya U Tam’si, que descubrió esta ciudad en 1981 y ya nunca pudo dejar de volver una y otra vez. “Yo amo Asilah, escribe, con un amor apasionado. Asilah, no me canso de volver a ella, en busca de serenidad. De paciencia. Enseguida la comprendemos, como a un corazón amado. Y, sin embargo, siempre solicitamos una prueba más de que somos aún y siempre amados. ¡La evidencia tiene la claridad de sus muros encalados de un blanco nieve espumoso! El sol le añade un sabor de golosina. Uno se siente ávido de vida, desearía ser un gato y solicitar sus caricias. Los muros de Asilah son el susurrado canto de las manos que los han construido.”

Mohamed Benaïssa y Mohamed Melehi fueron compañeros de clase desde los 4 años en Asilah. Ambos pertenecían a dos antiguas familias y continuaron estudios en España y en Italia, de pintura, Melehi, mientras Benaïssa, en El Cairo, estudia arte dramático y comunicación, que habría de culminar en EEUU. Pero, al menos Benaïssa, y después ya juntos en Nueva York. El trabajo de Benaïssa en la FAO le lleva a recorrer el mundo, pero cada año pasa el verano en Asilah, que era ya para él “un proyecto de vida”.

“Desarrollé entonces un deseo de emigrar culturalmente”, escribe Melehi. Yo soñaba con evadirme. Escaparme hacia otro mundo. Quería integrarme en ese otro mundo gracias a la imagen: al dibujo y a la pintura”. Y en otro lugar confiesa “¿Qué puede hacer el arte? ¿Qué puede hacer un artista? ¿Cómo realizar un arte capaz de cambiar el mundo?

Melehi, junto con otros artistas, abandonan el Salón de Primavera de Marrakech y montan una exposición paralela en la plaza Jemaa El Fna, que será el inicio de la formidable aventura artística montada en Asilah. Con esos pintores que le acompañaron en su rebeldía al abandonar el salón oficial van a organizar la quimérica tarea de vestir de colores las paredes blancas de la medina de Asilah, que ya nunca dejaron de hacerse a comienzos de verano hasta nuestros días.

Fundan la Asociación Cultural Al Muhit en 1978 y después organizan el Mussem Cultural de Asilah. ¿Por qué mussem? Significa estación, y temporada de fiestas religiosas o agrarias. Se ha preferido este término y no el de festival (mahrajane) porque comporta toda una connotación local. Los dos amigos se presentan a las elecciones al ayuntamiento de Asilah para poder llevar a cabo su sueño de transformar su ciudad para evitar que cayera en manos de unos promotores turísticos que querían servirse del recinto amurallado como de un circo romano. Melehi y Benaïssa, impresionados por el estado de abandono y suciedad de su ciudad, organizaron la “operación de pinturas murales”: participan once pintores que pidieron la colaboración de los niños. Todavía hoy se ven a niños ayudando cada año a los pintores que se turnan para realizar los murales famosos ya en todo el mundo.

Asilah, ciudad de las artes. Asilah es célebre hoy por sus paredes pintadas… Los muros blancos de la ciudad, por tradición secretos, se transformaron en inmensos campos de colores propicios a la evasión, gracias a la complicidad de todos. Los habitantes de Asilah visten de color su ciudad. En unas calles llenas de baches y de porquerías dos grandes artistas, Melehi y Farid Belkahia diseñan baldosas en forma de olas que cubren las calles de esa medina que recorro cada mañana y cada noche. Lo que pudo haber sido una fantasía de bohemios para cubrir los desconchados de las paredes, convierten la medina cada verano en un auténtico museo que cuidan todos los habitantes porque se sienten involucrados en el proyecto de recuperación de su ciudad.

Unas pinturas sobre las paredes de las casas se convierten en artísticos murales en Asilah, mientras que, en otros muchos lugares, esas paredes son robadas por anónimos graffiteros para expresar su dolor, su rabia y su rebeldía ante la situación socioeconómica de gran parte de la humanidad.

Millones de paredes pintadas por graffiteros anónimos producen un comprensible malestar en muchas personas de buena voluntad. Las interpretan como un atentado a la belleza, pero, sobre todo, a la propiedad privada. Cuando un fenómeno se produce en decenas de países, en cientos de miles de ciudades y en muchos millones de fachadas es necesario reflexionar sobre lo que mueve a tantas personas jóvenes a utilizar ese medio de expresión. Gritos de silencio y desde la soledad que no podemos liquidar con un frívolo rechazo. No vaya a sucedernos como a los habitantes del Imperio Romano que no supieron interpretar a tiempo las señales que les enviaban sin cesar los bárbaros y pagaron las consecuencias echando a perder una inmensa cultura que hubiera podido enriquecerse con una relación más justa con los pueblos de las tierras que habían conquistado sin derecho alguno. Sólo en nombre del poder y de la fuerza. Estos conceptos hoy son interpretados de distinta manera, pero con la misma fuerza por los más de mil millones de seres del planeta que padecen hambre, guerras, marginación y explotación por parte de nosotros, los desarrollados, los ricos, los poderosos que pretendemos imponer una concepción de la vida y unos modelos de desarrollo que chocan con tradiciones y culturas, con modos de vida que no siempre conocemos y respetamos como es debido. Por otra parte, este presunto modelo de desarrollo sólo ha producido riqueza, desarrollo y confort para una parte muy pequeña de la humanidad, y a costa del esfuerzo y de las riquezas naturales de millones de seres en más de la mitad de los países de la tierra. Luego, como habitantes de este Imperio del pensamiento único y de la globalización financiera conviene que “nos demos por enterados” de los mensajes que quizás nos están enviando estos nuevos extranjeros. Darse por enterado es una expresión muy española de difícil traducción a otras lenguas.
Prof. José Carlos Gª Fajardo. Emérito U.C.M.

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Acerca de nesemu o garciafajardojc@gmail.com

cfr en www. garciafajardo.org o en garciafajardojc@gmail.com o Facebook Profesor Eméritus Universidad Complutense Madrid, Estudió en universidades Complutense de Madrid Doctor en Derecho, Gregoriana de Roma, Pontificia de Salamanca, Escuela Oficial de Periodismo, Profesor Eméritus Facultad Ciencias de la Información, U.C.M. , Henley College
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