Josué de Castro, la máxima autoridad en la materia, dejó escrito en su insuperableGeografía del Hambre:
Las consecuencias más graves del hambre crónica son una notoria apatía y una tradicional indiferencia y falta de ambición. Dicho estado, con su deficiencia en ciertas vitaminas, comienza por embotar el apetito y cuando no se sufre hambre física a causa de la falta de alimentos el ser humano pierde el mayor estímulo a la hora de luchar por su vida; la necesidad de comer.
No obstante se ha comprobado que a los pocos meses de que esos seres desnutridos reciban una alimentación racional son capaces de trabajar como el que más, y quienes menos creen en esa posibilidad de recuperación son quienes nunca han tenido que recuperarse de un hambre crónica.
De nada sirve lo que sabes, si no sabes para qué sirve lo que sabes.
Vázquez Figueroa