Echa una ojeada a un árbol del parque. Míralo con total atención.
Es un verdadero milagro.
Si lo descubres lo cuidarás muy bien y también tú serás parte de esta maravilla.
Incluso después de mirarlo de vez en cuando, sus hojas parecen más verdes y brillantes.
Pasa igual con la gente que hay a tu alrededor.
Bajo la influencia de la atención te vuelves más atento, comprensivo y cariñoso y tú presencia no solo te nutre y te hace más amable y cordial, sino que los demás también lo notan.
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