El sabio es y no oprime.
La realidad del ser humano es su pensamiento, no su cuerpo material.
La lámpara necesita de la luz, pero la luz no necesita de la lámpara.
La llave maestra del dominio de uno mismo, es el olvido de uno mismo.
Seamos sabios como el silencio, fuertes como el viento y útiles como la luz.
La gloria del hombre es la sabiduría, no la ignorancia; es la luz, no la oscuridad.
Después de todo, ¿Por qué ha de tratarse a los extranjeros como si fuesen extraños?
Una persona que hace mucho bien y no habla de ello, está en el camino de la perfección.
Sólo el ser humano, por su poder espiritual, ha podido liberarse y elevarse sobre el mundo material y convertirlo en su siervo.