Hoy sabemos, con espanto, que nuestra sumisión y el control de nuestros espíritus no serán conquistados por la fuerza, sino a través de la seducción;
no como acatamiento de una orden, sino por nuestro propio deseo; no mediante el castigo, sino por el ansia de placer”
(J. Ramoneda), de tener más, de parecernos a ellos, vestirnos como ellos, comer como ellos, sufrir de soledad como ellos… A esta sumisión le llaman seducción y es el magma en donde se mueven los medios de comunicación,
de publicidad, de persuasión y de “encanto”
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