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* Sentado con un hombro junto al suyo, en la tertulia estaba.
Estrecharlo en abrazo no he podido.
Con un pretexto me acerqué hasta rozar su cara con mi cara.
Es decir: me puse a contarle cosas al oído.
* Por tu rostro siempre vergel fui.
Y por verte dos ojos claros fui.
Decía: apártese el mal de ojo de tu cara.
¡Alma mia! Acaso aquel mal de ojo fui.
* Anoche estuve allí y aquel ídolo clemente…
Yo erra todo súplica y él todo caricias.
Pasó la noche y no acabó nuestra historia.
No es culpa de la noche: nuestra historia era larga.
* Fui con el amigo de paso al jardín.
Por azar mis ojos miraron la flor.
El amigo dijo: vergüenza te cubra.
Mi rostro está aquí ¿y tú miras la flor?
* Hice un viaje, de tu amor, en el desierto.
En pos de algún indicio de tu encuentro.
En cada parada que puse el pie
vi caída una cabeza, tirado un cuerpo.
* Aquél se fue, que no halló el amigo que merecía.
Mi corazón no había agotado su visita.
Se fue y no quedó su caricia en mi corazón.
Sí, parte la flor y nos deja la espina.
* Desde que en trabajo por tu amor mi pena cayó,
pobre corazón, en penas sin cuento, forzado, cayó.
De penas de amor sufrió tantas veces…
Mas nunca en dolor como el de hoy cayó.
* Si el que guarda mi amor me rasga la piel,
no grito, ni digo que el dolor viene de él.
Para mi todos son enemigos, amigo sólo es él.
Quejarse ante enemigos del amigo no está bién.
* No es el amor más que beber vino de eternidad.
Vivimos para entregar la vida, otra razón no hay.
Diie: cuando yo te conozca, pereceré.
Dijo: para quien me conoce muerte no habrá.
* El amor vino y partió como sangre en vena y piel
hasta vaciarme de mí y llenarme del amigo.
El amigo se adueñó de mis miembros y mi ser.
De mí sólo un nombre queda y todo es él.
Jalal Din Rumi (90-99)